“Tenemos que trabajar en la cultura de la paz con los jóvenes; pero también los jóvenes de secundaria avanzada deben sentir la responsabilidad que les cabe por sus acciones”, consideró el ministro de Educación de la provincia, Juan Pablo Lichtmajer, durante una entrevista con LA GACETA, de la cual se emitió anoche una síntesis en el programa Panorama Tucumano.
“Quiero decir que un changuito que se involucra en una pelea, y más aún que lleva un arma, tiene que saber que puede terminar muy mal, que puede terminar muerto, en la cárcel, o que puede arruinar su vida para siempre”, agregó.
- ¿La violencia no forma parte del ADN de los tucumanos? Si repasamos la historia, desde la Batalla de Tucumán que permitió la emancipación, luego la guerrilla, el rugby como deporte de bandera, donde hay camaradería pero es muy violento, el cabezazo como marca registrada, y un largo etcétera.
- Tucumán tiene un ADN paradójico. Por un lado de unión y emancipación, porque Tucumán es sinónimo de argentino, donde los sondeos muestran que los visitantes destacan nuestra hospitalidad y calidez, es decir está en nuestro ADN la capacidad de convocar y unir. Por otro lado somos una sociedad muy facciosa y la facción básicamente habla de la eliminación del otro; no hay lugar para los dos.
- En Tucumán existe cierto elogio de la bravura...
- Sí, y me parece preocupante que se haya creado ese fetichismo, un culto al tucumano bravo, el del “pilazo”, el que resuelve los problemas a los golpes, por mano propia, porque no hay justicia por mano propia. Hay que erradicar el fetichismo de la violencia y las prácticas violentas donde no se tienen en cuenta las consecuencias.
- ¿Cuál es el camino?
- Yo creo que los ADN pueden ser modificados. Ahora estamos ante una batalla cultural. La forma que tengamos de transformar el dolor, la conmoción, en acción, es una batalla cultural.
A mí me tocó vivir en un país donde se erradicó la violencia del fútbol. En Inglaterra, claro que en 15 años, no de un día para el otro. Quiere decir que con políticas públicas se puede tender, no a eliminar porque eso es a largo plazo, a reducir los índices de violencia.
- Entendemos que el fútbol argentino tiene una diferencia fundamental con el inglés, que es que en Inglaterra las barras no estaban relacionadas con la política y aquí son parte de su organización estructural.
- Mi punto es que la política pública puede modificar el ADN y modificar conductas que parecen inmodificables. Creo en la política como una gran herramienta de transformación. Creo que nosotros tenemos un derecho y es el derecho a transformar la realidad. Y la manera de ejercer ese derecho es la política.
¿Y cómo es la política pública hoy? ¿Es un funcionario que se sienta en un escritorio y determinar la política pública con una lapicera? No. Porque ya no es binaria, es decir, ya no están el Estado y la sociedad civil en dos lugares donde no se comunican. Hoy es reticular y sobre todo participativa.
- ¿Y cómo se entiende esa red?
- Primero, de esto que ha pasado, vamos a hacernos cargo. El principal criterio para mí es hacernos cargo. No empezar a señalar, que es una costumbre muy habitual, empezar a buscar culpabilidades delegativas. Estamos dispuestos a hacernos cargo, pero eso significa también involucrar a todos los factores que implica. Y el factor principal, central, son los jóvenes.
Hace poco tuvimos un encuentro con 90 centros de estudiantes, encuentro que a su vez forma parte de un programa para reunirnos con todos los centros de estudiantes de la provincia. Es fundamental trabajar con los centros porque cuando digo hacernos cargo me refiero no sólo a este ministerio sino a toda la sociedad.
- Sin intenciones de naturalizar la violencia juvenil, también debemos reconocer que los enfrentamientos entre colegios no son de ahora, vienen de hace mucho...
- Coincido en que esto no ha empezado ahora; lo que sí creo es que ahora debemos tomarlo de otra manera, de forma mucho más integral. Esta es una oportunidad, y lo digo con todo respeto, de canalizar toda esa energía que esta tragedia ha desatado contra la violencia.
Creo además que la rivalidad entre colegios es una excusa, lo mismo que las rivalidades entre clubes. No hay nada que pueda justificar situaciones de este tipo.
- ¿Qué es lo que ha cambiado?
Creo que lo que ha cambiado, indiscutiblemente, son los niveles de violencia social. Cuando yo jugaba a un video juego, y lo digo como padre, comía pelotitas y saltaba de nube en nube. Ahora gran parte del entretenimiento está relacionado con conductas de altísima violencia, como el GTA (Grand Theft Auto), por ejemplo. Además, esta cultura de la violencia en el entretenimiento se distancia de la violencia real, que es absolutamente cruda, insoportable, espantosa. La muerte o un ámbito de encierro, de pérdida de la libertad, no es un videojuego, es tremendo.
Entonces, lo que nos queda a todos, educadores, funcionarios, padres, jóvenes, a todos, es hacernos cargo.
- Puede ser que se dispare una energía positiva, pero también puede ser que no.
- Rescato el mensaje de los chicos del Gymnasium, que marcaron el camino al decir “la venganza no va a ser lo nuestro”. Eso es lo que rescato de la cultura juvenil, de cómo caminar el camino que nos toca, muy positivo dentro del dolor.
Que la primera consigna sea no a la venganza quiere decir que los jóvenes allí nos están mostrando un camino. Es mucho más lo que hay para potenciar en la juventud que lo que hay para castigar. Ahora bien, tenemos que usar el poder de las mayorías por sobre las minorías, porque no podemos permitir que unas minorías violentas determinen lo que le pasa a la gran mayoría.
A propósito de la lucha de los jóvenes contra la guerra de Vietnam, el músico Jim Morrison decía: “ellos tienen las balas, pero nosotros somos más”.
- ¿Cuál sería el incentivo para que los chicos participen, se involucren?
- Está en el ADN de la juventud, del mismo modo que participan de los centros de estudiantes, de las semanas de los colegios. Todos los días, todas las semanas, hay una gran cantidad de actividades voluntarias en las que participan los chicos. También creo que debemos trabajar en una gran semana de todos los colegios, porque necesitamos más eventos donde estén todos juntos y por eso pensamos, por ejemplo, volver a organizar los intercolegiales de básquet.
- Algunos han sugerido suspender las semanas o reuniones en algunos sectores.
- Esto no se resuelve con medidas demagógicas, mágicas. No creo que la prohibición de un encuentro en un lugar o en una esquina sea la solución, porque si prohibís una esquina puede ocurrir en otra. Si hay un problema estructural debemos encontrar soluciones estructurales. Quienes estamos en la función pública debemos pensar soluciones más allá de lo inmediato que puedan sonar bien en el momento.
Coincido en que este año habrá que extremar las medidas de seguridad y creo que los organizadores y las comunidades educativas de cada semana deberán trabajar como nunca antes, que ayuden a que todo esto se canalice de la mejor manera posible. También vamos a necesitar de los padres, que hablen con sus hijos.
Los focus groups y los centros de estudiantes nos pueden ayudar mucho en las alertas tempranas, porque siempre hay situaciones previas, indicios que te van marcando que algo puede ocurrir. Hay cosas que los chicos saben, manejan; entonces hay que generar para las alertas tempranas una línea directa, un 0800 donde puedan decir aquí hay una situación que puede ocurrir, hay una rivalidad que está creciendo, una línea donde puedan recurrir los estudiantes y los tutores para alertar.
- En el medio hay una investigación.
- Hace falta primero verdad -saber qué ha ocurrido- para luego tener justicia. Ahora, nunca vamos a tener justicia violando las leyes. Se hará justicia sobre la base de las leyes que tenemos. Y como digo justicia digo memoria. Hay que tener presente este hecho a lo largo del tiempo; hay que mantenerlo vivo en la memoria, a través de eventos, encuentros, porque en cinco años habrá chicos que ya no sabrán lo grave que ha pasado. Es importante mantener este hecho vivo.
- Hacernos cargo también significa autocrítica.
- Debemos poder reflexionar de manera crítica todo, el sentido de las caravanas estudiantiles, de las semanas de los colegios, para qué fueron creadas.
Es una tragedia y en una tragedia nadie queda exento de lo trágico, todas las partes están peor que antes de ese día.
Pero insisto en que somos más y no podemos permitir que unas minorías nos gobiernen con el miedo, con la inhibición, con la preocupación.
Este es el momento de una gran cruzada de los tucumanos en contra de todas las situaciones de violencia. Creo que desde el dolor ha surgido una energía muy positiva que debemos canalizar para que esto no vuelva a suceder.